Y qué decir de Cazorla.
De sus paisajes, su fauna, su flora, sus aguas, sus comienzos y sus finales.
Los tímidos ciervos se escondían tras los tejos al escuchar el más inaudible sonido, los gamos parecían haber sido salpicados de pintura blanca, los astutos zorros esperaban en los senderos para recibir comida y luego huir entre matorrales, los muflones enseñaban sus cuernos (que simbolizan la longitud de sus vidas) orgullosos y los jabalíes asustaban a los niños debido a sus grandes cuerpos.
Se las veía volar tan altas, a esas águilas elegantes, en busca de comida. O quizá simplemente volaban para impresionar con sus alas. Un hombre que las observaba me dijo que parecían haber sido pintadas por el mejor pintor que jamás ha existido. Y qué razón tenía.
Vimos tejos milenarios, alces, acebos, encinas... Y pinos cuyos troncos habían vivido desde la Revolución Francesa a dos guerras mundiales. Al hacer rutas, nos inundaban los aromas del romero, la lavanda...
Anduvimos hasta el nacimiento del río Guadalquivir, y una vez allí me pregunté: "¿Cómo puede convertirse este pequeño arroyo en el ancho y caudaloso río que pasa por Sevilla?" Y es que todo empieza así, con un pequeño hilo de agua clara.
Sin duda, es una paz inmensa la que me ha inundado estos días, incluso puedo decir que me he sentido abrumada, ya que estoy acostumbrada a estar ocupada, al agobio y al estrés de la vida "semiurbana".
Antes de despedirme me gustaría dar un consejo: A la hora de viajar lo más importante no es el alojamiento, el dinero, la comodidad... Lo más importante es saber tratar a las personas que te atienden con respeto y educación. Agradecer desde al hombre que riega el césped o recoge las hamacas de la piscina hasta al camarero que te sirve en un bar.
Y no os olvidéis de que todo se dice mejor con buena cara y una sonrisa.
En busca de mis pasiones descubrí el dibujo, la fotografía, y la escritura. No soy demasiado buena en ninguna de ellas, diré que a vuestro pesar elegí la escritura. Y voilà. Blog para el recuerdo o quizá para el olvido. Para el olvido mejor, como otras tantas cosas.
domingo, 21 de agosto de 2016
domingo, 14 de agosto de 2016
En busca de la Luna
Érase una vez un niño
donde la noche caía
juraba en su habitación
que la Luna buscaría.
Salía al amanecer
pero desaparecía,
culpables rayos de sol
cuales la sustituían.
La seguía al atardecer
por los valles y bahías,
escalaba las montañas
hasta llegar a la cima.
¡Cómo él le prometía amor,
cómo ella le sonreía!
Estrellas, como luceros
fugaces, como sonrisas.
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