Ya no existe la comodidad que nos daba aquella
vieja canción.
Esa canción que nos ponía los
pelos de punta
y nos hacía
temblar
y llorar gritando.
Ahora nada es capaz de
despertar nuestros sentimientos
y todo lo que sentimos es
vacío.
Quizá tengamos
un universo
lleno de estrellas dentro,
estrellas que brillan tanto,
que incluso aquello que nos debe parecer
hermoso, es cegado por una luz
que se vuelve molesta.
Supongo que la vida
es una búsqueda
interminable
de algo que nos la de.
Un sonido, un aroma, un sabor, un roce, una flor de selas.
Una persona.
Me arrodillaría y le suplicaría a la vida,
que es lo único en que creo,
que no me abandonase.
Le diría que la seguiría buscando
eternamente,
hasta llenar el universo con estrellas
que en vez de
cegarnos,
nos guíen.
Estrellas que despierten
nuestro ser.
Y entonces sí,
me arrodillaría y le suplicaría
que me abandonase.
Pero ahora no, ahora todo lo que hay es
vacío.
No todo el mundo puede mirar hacia el Sol.
Desgraciadamente,
no todo el mundo.