martes, 26 de julio de 2016

Derramamientos

Te quise.
Te quise cuando era invierno y la sangre se te helaba en las venas, al igual que el corazón en el pecho. Te quise cuando lo que cubría tu cielo eran nubes llenas de oscuridad y dolor. Te quise, sobre todo, cuando tus dedos vacilaban a dos milímetros de quemarme la piel. Te quise cuando me arrancaste la coraza y te pusiste en su lugar protegiéndome de las heridas.
Te quise, con locura.

Te quiero.
Te quiero cuando siento que todo lo que tengo es tuyo. Te quiero cuando desorientas mis sentidos. Te quiero cuando soy una ciega que tiembla al hablar de tu olor. Te quiero, sin duda, coger de la mano, tumbarme en tu pecho y sumirme en el ritmo que marque tu corazón.
Te quiero, tanto, que duele.

Te querré.
Te querré cuando la Tierra deje de dar vueltas y tú seas el eje en el que gire mi consciencia. Te querré cuando la Luna muestre su otra cara y las mareas nos inunden los problemas. Te querré aunque el tiempo pase y no sean suficientes las experiencias vividas para que recuerdes mi nombre. Te querré cuando añores tu pasado y me veas pasar a través del vapor de tus recuerdos.
Te querré, a rabiar. 

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