martes, 5 de septiembre de 2017

Obligarte

Hoy te he visto,
y describir lo que he sentido sería más inútil que haberte obligado a que te quedases para siempre.
Por favor.

Aunque no podría obligarte,

no por mi,
sino por ti.
Tú y yo no seríamos el perfecto ejemplo del
síndrome de Estocolmo.
Y tú, mi rehén,
te desatarías las sábanas de mi cama
y te irías una mañana por la ventana.

Se quedaría tu olor,

en mis sueños,
en mi almohada,
en mis lágrimas trasnochadoras
y en mis ojeras con insomnio.

Se quedaría tu piel

debajo de mis uñas y entre mis piernas,
rozando mis mejillas y mis cosquillas.

Pero tú no te quedarías,

emigrarías de un sitio a otro para que nunca
te encontrase.

Y yo ya no sé dónde buscarte.

2 comentarios: