Llega el invierno y nosotros temblamos,
pero no precisamente de frío.
Ahora es cuando todo muere
para dar lugar a una nueva vida,
aunque quizá,
no sea mucho mejor que esta.
Las hojas caen,
las flores marchitan,
el Sol se cubre,
las nubes lloran.
Y las aves huyen.
Sigámoslas a ver dónde nos llevan.
Algo en nuestro interior también se
apaga.
Permanecemos esperando la primavera
y soportamos el invierno
a punto de pudrirnos.
A veces es tan difícil que no te
consuma el frío.
Así que te pido que este invierno,
cuando me veas acurrucada y abrumada,
me mires despacio, porque tengo toda
una vida
para que lo hagas.
Mírame, porque cuando
el frío,
vaya en busca de las golondrinas de
nuevo,
yo ya no seré la misma.
Recuérdame en todas mis etapas.
Recuérdame en primavera,
recuérdame en verano,
recuérdame en otoño,
y recuérdame en invierno.
Sobre todo en invierno,
que no serán las hojas
las únicas que caigan.
Que no serán las flores
las únicas que marchiten.
Que no será el Sol
el único que se cubra.
Que no serán las nubes
las únicas que lloren.
Y que no serán los pájaros,
no serán los pájaros,
los únicos que huyan.
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